6 octubre, 2024
Si me llegan a decir que entre las obligaciones de mi profesión iba a estar hacer deporte, creo que hubiera elegido ser quiromántica y tarotista en las ferias de los pueblos. Porque ¡qué días llevamos los de la toga, por Dios!, que el 28 de septiembre estuvimos de manifestación en Madrid, y el lunes 30, intentamos hablar con la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, y esta reaccionó como si con las togas nos hubieran salido cuernos y rabos.
A ver si consigo explicarme, que todavía tengo agujetas y conmigo los miembros de la profesión que ya vamos teniendo una edad.
Aunque primero quiero señalar que escribo esta crónica de los “Primeros Juegos Olímpicos de la Justicia”, porque la mayoría de los medios de comunicación nos funden a negro, nos evitan, nos ningunean, nos ocultan, nos niegan tres veces. Estamos algo hartos de que las pocas veces que tienen a bien sacarnos como noticia, de diez mil togados pasamos a ser dos mil. O que un nutrido número de abogados y procuradores venidos de toda Galicia se convierta en “una veintena”, con lo que parecemos una panda de “matados” (expresión de mis sobrinos) detrás de una ministra joven y delgada que se espanta ante nuestra simple presencia.
A mí todo esto me da mucha pena porque yo fui de las que, en su momento, se creyeron el ideario de su partido sobre la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Defendí sus programas, su afán de justicia social y hasta perdí amigos por apoyar abiertamente el voto para ustedes. Así que ahora ver a Doña Elma corriendo como alma que lleva el diablo, al ritmo de “ministra solución”, hace que se me caiga el alma a los pies del desencanto.
Vamos con las competiciones, que efectivamente la de resistencia física, comenzó con el madrugón del sábado 28 de septiembre.
A las 7:00 am, cogíamos el AVE destino Chamartín-Clara Campoamor, un nutrido grupo de abogados y procuradores. Algunos de nosotros con sus niños, que es bueno que vayan aprendiendo a participar activamente en las reivindicaciones de sus padres. Incluso nos acompañaron amigos que viven nuestra preocupación por el futuro. Hay que decir que abandonamos una Galicia entre nieblas y en tres horas llegábamos a un radiante Madrid, que ya tenía su Castellana cortada en una dirección y había desplazado a los habituales miembros de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado para controlar nuestro entusiasmo, supongo (se hace raro eso de que por una vez las furgonetas oscuras no traigan a un preso, sino que los vigilados seamos nosotros, pero de todo hay que aprender, digo yo). Así que, a la hora indicada, 12:00 en punto, nos pusimos en marcha mientras nuestras compañeras se dejaban la garganta con los megáfonos. ¡Qué extraño el contraste entre el ambiente festivo de la manifestación y la gravedad de la situación que denunciábamos…! De entre nosotros, se destacaron cuatro togas con puñetas que resultaron ser Decanos, recibidos con ovaciones y gritos de “Esos decanos/ sí nos representan”. Un baño de realismo y un ejemplo para el resto, que, si vinieran a las manifestaciones codo con codo, descubrirían que no pedimos nada extraño y se ganarían el respeto de la profesión. También un orgullo ver ondeando contra el cielo azul de Madrid, nuestra bandera gallega a decenas, y más cuando los gaiteiros que nos llevamos, se arrancaban con una muñeira bailada entre palmas y aturuxos. Galicia está siendo un ejemplo para los compañeros del Estado, tanto por nuestra implicación como por la buena gestión y participación que solemos tener. Algo tiene esta tierra que nos hace ser duros como toxos, y más en el que ha sido calificado ya como “el pleito de nuestras vidas”.
Esta vez la manifestación tenía dos cabeceras, uniéndonos todos para el trayecto final hasta la fuente de Neptuno que por una vez no fue colchonera, sino jurista. Y, por cierto, la manifestación no fue de “Jueces” como informaron mal en algún medio, -que entre “Jueces” y “Juristas”, a veces la única coincidencia está en la “J”- sino de abogados, procuradores y arquitectos. También que sepan Sus Señorías que entre los que estamos intentándole doblarle el pulso a la historia, algunos de sus nombres serán recordados con la sentencia inapelable del tiempo.
Decía que las dos manifestaciones llegaron a Neptuno y allí, bajo un sol de justicia y sudando bajo las togas, se leyeron los manifiestos, dándose por finalizada la manifestación. Así que llenamos los alrededores para comer y poder volver a casa a las pocas horas. De nuevo al tren, a comentar la jugada entre café y bocadillos, emplazándonos para el lunes, que venía la ministra a clausurar un curso del Colegio de Economistas. No se guardaron las togas, por lo tanto, y entre el trombocid y el paracetamol, pasamos un domingo dolorido.
Dice la vieja canción atribuida a Castelao, que “están as rúas molladas por un amor que morreu”. El mío, mi amor, desde luego quedó enterrado ante la actitud de Doña Elma, porque de la poca fe que profeso a casi nada, aún estaba la creencia en los gestos que tan poco cuestan y tanto animan. Fue escuchar el grito de “solución” y ver a la ministra huir envuelta entre colaboradores y guardias agitando su leve y esbelta figura con un rictus de horror.
Mire usted, Doña Elma: está muy feo eso de no haber hecho ni caso a las propuestas que desde el sindicato Venia le hicieron llegar explicándole que lo que su partido propone de permitir el acceso al régimen de autónomos a un grupo de afectados, es inadmisibles: al RETA vamos todos, que también hemos sufrido todos a la mutua que ustedes y otros gobiernos antes que ustedes, han apoyado de manera vergonzosa.
-Está peor huir pavorosa ante un grupo que no portaba más armas que un megáfono y la palabra, estando usted rodeada de más guardias que un furgón del Banco de España.
-Está rematadamente mal dejar a la jefa de su gabinete, Doña Macarena Álvarez, para parar la marea negra mientras usted clausuraba y después hablaba sin tapujos en una emisora de radio.
-Peor aún que la contestación de su subalterna a los de negro, fuera que usted, Doña Elma, no nos iba a recibir, porque ahora dependen nuestras alegaciones “de los grupos políticos” que las tienen ya desde el 23 de septiembre. Grupos entre los que se encuentra el suyo, digo yo.
-Sepa usted que las denuncias que se han presentado por abogados y procuradores contra la mutua, decanos, Colegios y otros colaboradores necesarios, han llegado a la Audiencia Nacional.
-Sea usted conocedora que la denuncia presentada por las irregularidades vergonzosas de las votaciones de Barcelona para elegir representantes ante la mutua, en la que hubo urnas que desaparecieron y papeletas alojadas en chaquetas, también ha sido admitida a trámite y comienzan las diligencias de investigación por presunto delito electoral.
-Añada a sus conocimientos, que muchas de aquellas togas confiaron durante años en el gobierno que usted representaba el lunes en Compostela y que hasta les votaron. Aunque solo fuera por eso, no merecían el trato humillante -sobre todo para usted- que les brindó. Que se queda usted con un sueldo para toda la vida como el del Nescafé, y es normal que nuestras cuitas le resulten muy lejanas, pero es que los cargos conllevan cargas, y en este tema, usted y su gobierno ni han estado, ni se les espera.
Han perdido realmente una oportunidad de oro de arreglar las cosas.
-Añado por si es de su interés, que los mutualistas no hemos pagado menos a la Seguridad Social que los trabajadores autónomos, puesto que no le hemos hecho gasto: ni bajas nos hemos podido coger. Y por otra parte es justo y necesario que podamos hacer con nuestros ahorros lo que queramos, que en mi caso y en el de muchos, es que pase a acrecentar la hucha de la Seguridad Social.
¿Quién ha permitido todo esto, Doña Elma? ¿Cuántos gobiernos han ido empoderando a la mutua y a sus gestores? ¿A quién han beneficiado las sucesivas reformas legislativas que convirtieron los ahorros en un plan de pensiones?
En fin, que si hace años perdí amigos por defenderlos, ahora los perderé por criticarlos. Pero lo bueno de no tener hipotecas políticas, es que no tengo amos a los que servir. Aunque también es cierto que a mi no me va a quedar nunca un sueldo Nescafé por correr unos metros bajo los soportales de Compostela. ¡Y bravo por las togas de Pontevedra, que están ahora mismo, con las pancartas ante el ministro Bolaños, participante en el Foro de la Toxa!
Lo dicho: si lo llego a saber, de verdad que me hago tarotista.
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