1 diciembre, 2018
La pintora viguesa Carmen Lamas Pérez, conocida cómo Menchu Lamas, pronunció hoy su discurso de ingreso en la Real Academia Galega de Belas Artes cómo académica numeraria de la Sección de Pintura y Grabado. El acto, que se celebró esta mañana en el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo ‘Marco’, estuvo presidido por el titular de la RAGBA, Manuel Quintana Martelo.
El presidente de la RAGBA dio una cordial bienvenida a la pintora, que se suma al ingreso de otras mujeres académicas, como recién ocurrió con Soledad Penalta, con el fin de acercar un poco más a la institución un equilibrio en la igualdad. Recordando los tiempos del colectivo Atlántica, Quintana Martelo relató al auditorio el momento exacto en el que conoció a Menchu Lamas, en la última exposición de la agrupación artística en 1983, titulada ‘Atlántica 83’, que junto a otras muestras marcaron un antes y un después en el arte gallego.
En este contexto de la década de los 80, el presidente calificó esa época como años de ‘ilusión, despegue y asentamiento de un buen número de artistas a los circuitos de las artes’, entre ellos la nueva académica. «Menchu Lamas ganó su propio espacio, creó una iconografía distinta y personal a partir de un modo de componer que siempre vi muy gallego y firme, muy asentado en nuestra historia plástica y en la reivindicación de planteamientos de la pintura más libre del momento» –explicó Quintana Martelo–. Además, el presidente describió a Lamas como una artista «segura» en el desarrollo de su obra e «incansable» trabajadora que llega hasta hoy mostrando la misma libertad expresiva y valentía ante el color, «lo que la convierte en una artista genuina y consolidada dentro del mundo de las artes plásticas».
En una jornada tan emotiva y entrañable, Menchu Lamas quiso hacer en primer lugar en su discurso, titulado ‘Cuando el color respira’, un recuerdo especial para sus padres y otros seres queridos con los que le gustaría haber compartido este momento y agradecerles el apoyo mostrado siempre a su trabajo. Haciendo memoria y volviendo la mirada al pasado, Menchu Lamas recordó su niñez en Venezuela, un país en el que la llamaban Catira y en el que descubrió, a través de sus ojos de pequeña, las explosiones de color en el carnaval de Caracas donde vertían calderos de pinturas por las calles, además de otros instantes más dramáticos de las convulsiones sociales.
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