Aumenta o turismo en Ribadumia

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Ángel María Lorenzo Ozores, nacido en Padrón hace 54 años, se trasladó muy joven a Santiago para estudiar en el seminario diocesano. Poco tiempo después de ingresar, y dado que su vocación no era muy sólida, abandonó sus estudios y volvió a su casa paterna, en la que permaneció hasta que decidió embarcarse para las Américas a hacer fortuna.

Pronto comenzó a hacer dinero en Uruguay, a pesar de lo cual siempre tuvo en su corazón a la tierra natal, que visitaba cada dos o tres años, mayormente en la temporada estival, permaneciendo en Padrón en la casa de sus ancianos padres, que alternaba con visitas a Santiago y al balneario de Cuntis.

Don Ángel había permanecido soltero, a pesar de su debilidad por el bello sexo, fruto de lo cual y de sus estancias en Padrón, tenía dos hijos naturales a los que había reconocido, siendo uno de ellos alguacil del juzgado, «el vivo retrato de su padre» a decir de sus vecinos padroneses.

Don Ángel, alto, de porte distinguido, poblado mostacho, nariz pronunciada, algo escaso de pelo en la frente, orejas largas, siempre de modales elegantes, inteligente, era el prototipo del indiano al que le fueron bien las Américas. Cuando llegó a Padrón al comienzo del verano de 1901, se le calculaba una fortuna de medio millón de pesetas, casi toda en metálico, pues durante uno de los últimos viajes al Uruguay había liquidado un negocio de reses, vendiendo el ganado del que era propietario a precios elevados.

En Mercedes (Uruguay) había conocido D. Ángel a otro indiano, D. Ramón Sánchez, natural de Calo, del que se había hecho gran amigo, habiendo realizado juntos varios viajes a su tierra natal