3 febrero, 2025
Entre los acreditados méritos propios de un Pedro Sánchez devenido en fagocitador de cuanto no se pliega a sus caprichos, la historia reciente nos muestra la bien calculada defenestración del líder de Podemos, Pablo Iglesias, y la reducción a la más cruda de las insignificancias a la formación de Sumar -surgida en julio de 2023 como aglutinadora de hasta 15 formaciones menores y con vocación, decían, de conquistar el cielo con las manos- que capitaneó la gallega Yolanda Díaz, ahora decidida a dejar la formación en manos de quienes, espera, sean capaces de sacarla de su ostracismo; de quienes, en la práctica, sean capaces de practicarle un boca a boca que recupere a la formación de su manifiesta asfixia entre el electorado. Que ya ni el condescendiente Tezanos se muestra favorable a más juegos de laboratorio. Eso sí, reservándose ella la presidencia del Grupo parlamentarios y ejercer desde la vicepresidencia del Gobierno una relevancia política abocada a la desaparición tan pronto Sánchez toque a generala electoral.
Lo llevan advirtiendo los sucesivos sondeos demoscópicos que desde hace meses sitúan a la formación desgajada de Podemos en la irrelevancia de no más de un ocho por ciento en intención de voto, índice similar al que obtendría Podemos, y que dejaría en apenas 15 diputados los 31 logrados en las últimas generales. Encuestas, hay que señalar, que no contemplan el negativo efecto Errejón, luego de las denuncias por supuestos delitos sexuales habidas por el diputado que sumó a la coalición la fuerza de Más Madrid, devenida ahora en hostil, desde la presencia de la ministra Mónica García al frente de la cartera de Sanidad en la misma mesa donde se sienta la comunista gallega.
Incluso la formación de Izquierda Unida, en la que comenzó militando la ferrolana, huele también a cadáver político y a través de su portavoz Antonio Maíllo busca el escaparate mediático que brinda la portavocía parlamentaria antes de que el tsunami electoral derribe los últimos baluartes del conglomerado Sumar.
En el camino quedan los batacazos electorales de Galicia -fuera del Parlamento- País Vasco o las europeas y el abandono de la portavoz Marta Lois, estrenando ahora el más cómodo decanato de la Facultad de Políticas de la USC, la caída en desgracia de Íñigo Errejón y una sucesión encomendada a Verónica Martínez que no hace sino dejar constancia de la decadencia de la formación.
Será en marzo cuando Sumar se proponga actualizar su línea programática. Para entonces, espera tener concluido el periodo de renovación del conglomerado político en las distintas autonomías, para las que propone bicefalias -hombre mujer- en las que apenas hay confrontación, ya que en siete de ellas no hay más que una candidatura y en cuatro todavía no se ha desarrollado el proceso. Eso sí, ninguna figura destacada al frente.
Pero todo parece indicar que el partido que en boca de la gallega Yolanda Díaz venía para conformar un programa político ilusionante “para la próxima década” acabó, en las mismas palabras de su lideresa siendo “ese partido del que usted me habla”.
Eso sí, la ferrolana sigue teniendo el foco asegurado a través de sus cada día más atolondradas propuestas políticas que la convierten, efectivamente, un ser ajeno a la realidad del país en el que vive: Rehabilitación integral de los barrios pobres a cuenta de los impuestos de los ciudadanos, una paga de 800 euros al mes para las personas LGTBI que hubieran sido perseguidas por el franquismo, echar a 32 familias de la Guardia Civil de la población de Junqueras, igualar la cárcel por penas de ecocidio contra la naturaleza con las de genocidio, amenazas al Corte Inglés, negar las ayudas a las pequeñas empresas si la patronal no acepta la reducción de la jornada laboral, intervenir los medios de comunicación, que las becas se concedan únicamente en función de la renta y no del esfuerzo del estudiante, persecución a las empresas afectadas por la DANA de Valencia…
Y, por fin, enmendando la afirmación del neurocientífico Marc Milstein de que “el cerebro produce casi dos kilos y medio de desechos al año”, lograr que ese récord anual sea diario en la persona de la ínclita vicepresidenta, que destina a sus inspectores de trabajo a multar a los agricultores que no disponen de váteres en sus explotaciones agrícolas.
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