El estrés puede provocar patologías como la coriorretinopatía serosa central, una enfermedad que afecta directamente a la retina
15 abril, 2025
La ansiedad y el estrés se consolidan como dos de los principales enemigos invisibles de la salud ocular, con un impacto cada vez más evidente en la calidad de vida visual de la población. Así lo alerta la Dra. Purificación Mera, especialista en mácula, retina y vítreo del Miranza Instituto Gómez-Ulla, quien advierte que “estamos sufriendo las consecuencias de una de las epidemias que más está afectando al bienestar de nuestra visión”.
Según los datos del último Informe Anual del Sistema Nacional de Salud, los trastornos de ansiedad, del sueño y depresivos son los más frecuentes en España, y constituyen factores de riesgo directos para diversos problemas visuales. En particular, la ansiedad afecta actualmente al 10% de la población, con una prevalencia notablemente superior en mujeres (14%) frente a hombres (7%) y una incidencia creciente entre jóvenes menores de 25 años.
Fruto de esta preocupación creciente, el Instituto Gómez-Ulla centra su atención en las manifestaciones oftalmológicas derivadas del estrés y la ansiedad. Entre ellas destaca la coriorretinopatía serosa central, una patología que provoca acumulación de líquido bajo la retina y puede distorsionar la visión; la fatiga ocular, asociada a dolores de cabeza y visión borrosa; y casos de amaurosis por estrés, pérdida repentina y transitoria de visión vinculada a la reducción momentánea del flujo sanguíneo en la retina.
Asimismo, se mencionan síntomas como el espasmo palpebral, un tic involuntario en el párpado causado por la contracción del músculo de Müller, especialmente perceptible en situaciones de ansiedad prolongada.
El IV Barómetro de Bienestar Ocular, publicado por Miranza con motivo del Día Mundial de la Visión, refuerza esta correlación: las personas que reconocen sufrir estrés o ansiedad son también quienes peor perciben su estado visual. En las dos últimas ediciones del barómetro (2023 y 2024), el estrés fue señalado como una amenaza directa a la salud ocular.
Ante esta realidad, la Dra. Mera subraya la necesidad de abordar el estrés de forma integral y multidisciplinar, y recuerda que, si los síntomas visuales ya se han manifestado, “es fundamental acudir al oftalmólogo para realizar una revisión completa y determinar el tratamiento adecuado”.
El Instituto Gómez-Ulla ofrece una serie de pautas para reducir el impacto del estrés en la visión:
Aplicar la regla 20-20-20: descansar la vista 20 segundos cada 20 minutos de trabajo, mirando a 6 metros de distancia.
Asegurar una iluminación adecuada en el entorno de trabajo.
Mantener la pantalla a unos 40 cm de distancia.
Limitar el tiempo frente a dispositivos electrónicos.
Usar lágrimas artificiales y aumentar la frecuencia del parpadeo para prevenir el ojo seco.
Con estos cuidados y una atención temprana, es posible frenar el deterioro visual asociado al estrés y preservar la salud ocular a largo plazo.
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