Sin ningún lugar a dudas, uno de los máximos íconos de la cultura popular argentina es Carlos Gardel, el más conocido representante del género en la historia del tango. Y manteniendo la costumbre ancestral de viajar de un lado al otro del océano que tanto nos une, ha protagonizado una visita a Vigo que además de fortalecer los lazos que aún perduran en la memoria emotiva de ambos países, significó el debut musical del “Zorzal Criollo” en Europa.
Carlos Gardel llegó al puerto de Vigo en diciembre de 1923, en el barco “Antonio Delino”: de los más de mil pasajeros, desembarcaron menos de 150. Entre ellos el gran músico junto a su maestro de canto, el representante, su valet y dos guitarristas. Formaban parte de la compañía Compañía Rivera De Rosas, financiada por el empresario Francisco Delgado. Fue la primera experiencia del mítico compositor en el Viejo Continente, donde luego, con fama y gloria a cuestas regresaría prácticamente todos los años.
Vista de Vigo desde el Hotel Moderno en aquellos años
Meses antes en Buenos Aires, tras firmar contrato, el dúo Gardel – Razzano, fue aconsejado para que durante la gira vistieran ropa gauchesca, atuendo totalmente opuesto a los elegantes trajes que solían usar en sus presentaciones: el cantante, sorprendido y de mala gana, aceptó la propuesta solo por la ilusión que le generaba conocer Europa. Botas con espuelas, amplios pantalones con bordados de flores y cinturón con monedas de plata fueron su inédito atuendo al desembarcar.
Todavía no era un mito del tango: Gardel bajó en el viejo muelle de madera de Vigo, junto a actores de la misma compañía, que tenía preparadas distintas obras que planeaban cambiar en cada ciudad que visitaran, mientras el dúo tanguero se iba a encargar de finalizar los actos con una función musical. Apenas cruzó el paseo marítimo, antes de llegar al Hotel Universal, Carlos Gardel, emocionado, empezó a gritar “¡Estamos en España, estamos en España!”. Su sueño empezaba a convertirse en realidad.
El cónsul argentino en Vigo le dió la bienvenida y llevó a comer a la comitiva a la mejor taberna de la ciudad, donde los esperaban toda clase manjares de la ría. Gardel quedó enamorado de los mariscos que probó. Al día siguiente partió rumbo a Madrid, donde presentó con todo éxito la obra “El tango en París” en el Teatro Apolo. Luego de una enorme cantidad de presentaciones a sala llena, la gira terminaba en el Teatro Tamberlik, otra vez en Vigo, desde donde partirían nuevamente hacia Buenos Aires.
De vuelta en la ciudad para presentarse oficialmente ante el público vigués, fue reconocido en la calle por un transeúnte que lo cuestionó: “Basta de Madrid, ya es hora que cantaras aquí”. Gardel, que ya había abandonado el atuendo guachesco, le respondió con amabilidad. “Aquella noche, el día que llegué, después de comer y tomar vino blanco, canté mis mejores tangos en la taberna. Quizás pocos lo sepan, pero mi debut en Europa fue en Vigo”.
De esta manera Carlos Gardel, el iniciador y principal exponente del tango canción quedó perpetuado en la memoria intangible de la ciudad: uno de los intérpretes más importantes de la música popular mundial en la primera mitad del siglo XX por la calidad de su voz, cantidad de discos vendidos y numerosas películas relacionadas con el tango había sorprendido a todos aquella noche en la taberna. Muy pronto su estampa y carisma comenzarían a dejar huella en la historia musical, pero el mito había nacido en aquel viaje a Vigo.
https://youtu.be/QL8pN_lITEE
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