José Rodríguez, periodista
Ellos son los que manejan los asuntos del juzgado. Ellos tienen, como emblema, una dama que enarbola, con la izquierda, una balanza, como signo de igualdad y una espada, en la derecha, que es la imagen del poder. Además, lleva vendas en los ojos, demostrando una ceguera voluntaria que no entiende de personas y que no ve, ante la ley, más que igualdad. La uniforme vestimenta del juez es la toga con puñetas, heredada del romano, en señal de autoridad y se cubren la cabeza con birrete, como prenda de académico saber. Y, con esto, ya tenemos definida, en lo externo, la figura del juez. Mas no basta.
Lo importante es la persona, pieza clave en el campo de las leyes que defiende y que obliga a cumplir, para bien del ciudadano. He aquí donde cobra su importancia el personaje que ha de ser docto, en el manejo de las leyes, imparcial en el juicio y sin miedo, cuando toca pronunciar una sentencia. De los tres poderes del Estado, legislativo, ejecutivo y judicial, al juez le corresponde este tercero y su oficio es juzgar, sin mirar a quién, en cumplimiento de la ley, cuando llega la denuncia a la casa judicial. Hoy tenemos planteada una lucha de poderes.
Todos quieren manejar el judicial, por el hecho de ser última palabra, que es lo máximo en poder. Los políticos no llegan a un acuerdo en la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Los partidos andan a la greña, por lograr el predominio de “los suyos “. Pero, ¿quiénes son los “suyos “o los “nuestros “? ¿No quedamos en que deben ser independientes? Un estamento judicial politizado es un mal para la democracia. Los jueces, como los curas, los militares o los profesores, no deberían exhibir sus creencias políticas, aunque las tengan porque, con ello, descubren sus querencias ideológicas y orientan en el objetivo que pretenden los otros poderes, señalando a quiénes son de los suyos o contrarios.
Es lamentable que ya se hayan dado demasiados pasos en falso, en este asunto y los jueces, de hoy en día, ya estén, en gran parte, politizados. Tomemos, como ejemplo, el cargo de Fiscal General del Estado que ostenta una persona del partido socialista y no es el primer caso. Además, ¿a qué vienen las llamadas asociaciones de jueces? Actualmente hay seis en España, algunas, claramente, fundamentadas en ideales políticos y que son: Asociación Profesional de la Magistratura, Asociación de Jueces para la Democracia, Asociación Francisco Vitoria, Foro Judicial Independiente, Ágora Judicial y Asociación Nacional de Jueces. Contemplando este guirigay gubernativo en el campo de justicia, ¿cómo va a lograrse entendimiento en los otros dos poderes, el legislativo y el ejecutivo? Todos tienen intereses de partido en el asunto. La culpa debe repartirse. Pese a todo, mucho se arreglaría con el silencio de la toga.