24 marzo, 2025
España atraviesa un momento crítico en el ámbito laboral: las bajas médicas han alcanzado cifras sin precedentes y están poniendo contra las cuerdas tanto a empresas como a la economía nacional. La situación ya no es solo un problema sanitario, sino un fenómeno que afecta al tejido productivo y revela profundas grietas en el sistema.
El aumento de las bajas laborales es la consecuencia de varios factores combinados: el envejecimiento de la población activa, la saturación de la sanidad pública —con listas de espera que se alargan hasta lo insoportable— y, sobre todo, un crecimiento alarmante de los problemas de salud mental. La ansiedad, la depresión y el agotamiento crónico se han convertido en causas habituales de ausencias prolongadas.
Solo en 2024, el gasto por procesos de incapacidad temporal por causas no laborales ha superado los 28.987 millones de euros. Un golpe para la Seguridad Social, pero también para las empresas, que deben asumir el coste de reemplazar a trabajadores, redistribuir tareas y, en muchos casos, frenar la producción. El absentismo laboral creció en todos los sectores, pero especialmente en servicios y sanidad.
Según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, la duración media de las bajas también ha aumentado. Las empresas alertan sobre el freno en la productividad y el desgaste económico, mientras que los expertos avisan: este fenómeno no es puntual, sino una tendencia estructural.
Frente al malestar empresarial, la legislación es clara: el trabajador tiene derecho a ausentarse por enfermedad justificada y a percibir la prestación correspondiente. Sin embargo, la falta de recursos en la sanidad pública retrasa las citas, alarga los procesos de diagnóstico y tratamiento, y muchas veces provoca bajas más largas de lo necesario.
Algunos economistas advierten sobre el riesgo de criminalizar al trabajador, recordando que detrás de cada baja hay un problema real de salud. Los sindicatos reclaman mejores condiciones laborales, programas de prevención y más recursos para la salud mental.
España se enfrenta a un desafío urgente. Si la inversión en sanidad no aumenta y no se priorizan políticas de prevención, las bajas seguirán creciendo. Los expertos alertan que, en pocos años, la combinación del envejecimiento poblacional y el deterioro de la salud mental podría vaciar aún más los puestos de trabajo.
Por ahora, la presión económica la sienten tanto las empresas como las familias. La solución pasa por reestructurar el sistema sanitario, mejorar el acceso a la salud mental y establecer políticas laborales que permitan un equilibrio real entre bienestar y productividad. Mientras tanto, los datos siguen marcando un récord que nadie quiere celebrar.
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