16 septiembre, 2023
Un estudio reciente, publicado en Nature Food, concluyó que la cuarta parte de los alimentos consumidos en la Unión Europea (UE) son importados, lo que evidencia un sistema alimentario vulnerable en la región. Y no solo eso, sino que solo cinco países, entre ellos España, representan el 70% de la huella total de la UE, formada por 27 países.
Respecto a este porcentaje, Alemania se lleva la mayor parte con 21%, seguido de Francia (15%), Italia (13%), España (12%) y Polonia (8%). Y es que, como señala Roberta Sonnino del Centro para el Medio Ambiente y la Sostenibilidad, “los europeos comen por encima de sus posibilidades en términos de importaciones, emisiones de dióxido de carbono y uso del suelo y del agua”.
Ello genera cada vez más demanda y, por tanto, una mayor producción de alimentos, lo que significará que los ecosistemas donde se críen o cultiven sigan siendo alterados. Recordemos que desde el origen hasta el consumo, los sistemas alimentarios ejercen presiones sobre el ecosistema, sea en el uso y cambio de uso del suelo, contaminación del agua, pérdida de biodiversidad, entre otros asuntos.
Por ello, la investigación propone que se desarrollen e implementen políticas que cuiden las etapas de la cadena de suministro alimentario con miras al Pacto Verde Europeo y la estrategia Farm-to-for (de la granja a la mesa).
Anna Bach Faig, participante del estudio e investigadora del Foodlab, ha analizado las tendencias de consumo y las posibles soluciones: “los resultados refuerzan la importancia de obtener proteínas más allá de la carne y los productos lácteos, aumentando la absorción de patrones dietéticos ricos en plantas, así como la medida de las porciones”, explica.
Cabe añadir que la investigación arrojó que los productos animales (carne, pescado y lácteos) son muy intensivos en recursos en comparación con los alimentos de origen vegetal. Otro dato no menor es que solo 8 de los 27 países del UE tienen a las verduras (origen vegetal) como elemento principal de las dietas. Con todo eso, Bach Faig comenta que hace falta aumentar las fuentes de proteínas de origen vegetal, así como plantear enfoques que integren consideraciones nutricionales y ambientales.
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