26 octubre, 2024
La conversación grabada entre Rosario Porto y Alfonso Basterra en los calabozos de la Guardia Civil fue desde sus inicios una pieza más que polémica y controvertida debido a la manipulación y tergiversación que sufrió en manos de algunos medios de comunicación. A pesar de que las grabaciones fueron anuladas por la Audiencia de A Coruña por vulnerar el derecho a la intimidad de los acusados, fragmentos seleccionados y reinterpretados circularon ampliamente por los medios de todo el país, lo que generó una percepción pública sesgada que influyó en la opinión sobre su presunta culpabilidad.
Tal y como recuerda el profesor Peña, fue en octubre de 2013 cuando un conocido programa de televisión (ejem, Susana Griso…) transmitió una reconstrucción de esta conversación, utilizando actores que interpretaban las supuestas palabras de Rosario y Alfonso. Sin embargo, en este montaje, el diálogo fue modificado significativamente, y es que los guionistas añadieron frases que nunca aparecieron en la transcripción oficial de la Guardia Civil.
Alfonso: Tranquila, toda va a salir bien, y volveremos a casa, tranquila.
Rosario.: ¿Quién puede estar haciéndonos esto?
A.: No lo sé, nena. Pero por eso mismo hay que tener mucha calma. Yo te quiero y tú me quieres.
R.: Eso es lo más importante pero el problema es… que tienen que tener… no sé.
A.: Calma. ¡Calma! Descansar y ser fuerte.
R.: No te dio tiempo a eso, ¿verdad?
A.: ¿Eh?
R.: No te dio tiempo.
A.: No. Deja la mente en blanco. No pienses en nada ni en nadie. Y esa es la mejor forma de estar relajada.
La frase “Tú y tus jueguecitos… ¿Te ha dado tiempo a deshacerte de eso?” atribuida a Rosario fue una de las invenciones más impactantes y que más repercusión generó, pues sugería una implicación directa de Alfonso en el crimen y la eliminación de pruebas o en actividades comprometedoras.
Sin embargo, lo cierto es que esta frase jamás fue pronunciada, y Rosario, en cambio, dijo algo mucho menos comprometedor: “No tuviste tiempo para hacer eso, ¿verdad?”, refiriéndose, tal y como explicó más tarde la propia Rosario, a que había pedido a su ex marido que borrara de la bandeja de entrada todos los correos electrónicos entre ella y su amante, algo que no tiene relación directa con el caso. Pese a esto, la inclusión de esta versión inventada en dicho programa televisivo fue interpretada como un reconocimiento de culpabilidad por parte de la audiencia, una idea que se extendió rápidamente en otros medios, incluyendo telediarios y publicaciones nacionales, que replicaron la frase sin cuestionarla.
La manipulación del diálogo generó una imagen pública (aún más) nefasta para Alfonso que contribuyó a la construcción de una narrativa incriminatoria contra él y lógicamente también contra Rosario.
En lugar de presentar una conversación entre dos personas angustiadas que intentan entender lo que les está sucediendo, la recreación transmitida al público reforzó la teoría de que ambos habían actuado en complicidad para asesinar a su hija.
Rosario: Vale. Una cosa, Alfonso.
Alfonso: ¿Qué, mi vida?
R.: ¿Tú no saliste en toda la tarde de casa?
A.: No, qué va, tranquila.
R.: Estás seguro, ¿verdad?, Alfonso.
A.: Te doy mi palabra de honor, nena. Tienes mi palabra de honor, Charo, que no salí de casa.
Esta versión, creada para el espectáculo mediático, omitió elementos cruciales que reflejan la falta de coordinación entre Rosario y Alfonso y su desconcierto ante la situación. Rosario, por ejemplo, pregunta repetidamente a Alfonso si había salido de casa la tarde de los hechos, obteniendo de él una confirmación rotunda: “Te doy mi palabra de honor, Charo, que no salí de casa”. Si ambos se hubieran reunido, como sugieren algunos informes, para llevar a cabo el asesinato de Asunta, esta pregunta carecería de sentido.
Por otro lado, la insistencia de Rosario en conocer la ubicación de Alfonso contradice la idea de que ambos actuaron juntos, dejando entrever la posibilidad de que no existiera un plan coordinado entre los dos.
“Si Rosario hace esta pregunta e insiste, es porque no sabe si Alfonso ha salido. Si se hubieran juntado en pleno centro de Santiago de Compostela para meter a la hija en el coche, este breve diálogo no tendría sentido”, argumenta Peña.
Otra distorsión significativa tiene que ver con la supuesta “falta de emoción” en la voz de Alfonso, una afirmación que (cómo no) ciertos medios utilizaron para argumentar que el padre de Asunta mostraba una frialdad sospechosa. Sin embargo, en la conversación real, Alfonso parece asumir un papel de apoyo y protección hacia Rosario, insistiendo en que mantuvieran la calma y la confianza mutua ante la adversidad.
Juicio contra Alfonso Basterra y Rosario Porto. Foto: EFE
Le recomienda que no diga nada comprometedor, y que se enfoque en mantenerse serena y fuerte, sugiriendo que sigan el consejo de su abogado y limiten sus declaraciones para no perjudicarse. Esta recomendación, que aparece en las transcripciones como un consejo práctico, fue tergiversada en los medios como una especie de “pacto de silencio” entre ambos, algo que tal y como explica el profesor Peña, jamás existió.
“Pese a las interpretaciones de la prensa, Alfonso no propone a Rosario un pacto de silencio, sino un pacto de confianza: no perdamos la confianza mutua, no empecemos a acusarnos el uno al otro, digamos al juez la verdad, sólo la verdad, sin liarnos con otros asuntos privados que no vienen a cuento, porque ese es el mejor camino para salir pronto de esta situación. En realidad, Alfonso le está repitiendo el consejo que le ha dado su abogado, el mismo que dan todos los abogados a todos los detenidos”, comenta este.
Esto continuó alimentando la narrativa de que existía un acuerdo entre ellos para ocultar la verdad. En realidad, tal y como apunta el profesor, Alfonso no pide a Rosario que calle sobre hechos comprometedores, sino que mantenga la calma y evite hablar sobre temas que podrían ser malinterpretados en su contra.
Rosario.: Ya, pero tu imaginación calenturienta nos va a generar, nos va a generar muchos problemas.
Alfonso.: ¿Cómo?
R.: Tu imaginación calenturienta, que nos va a generar muchos problemas.
A.: Bueno. Pues, por eso…
R.: Muchos.
La famosa expresión de la “imaginación calenturienta” de Alfonso, que Rosario utiliza en un momento de la conversación para referirse a los mensajes y reproches que Alfonso le hizo durante su proceso de divorcio, también fue otro de los grandes filones explotados hasta la saciedad por los distintos medios, ya que se daba a entender que esa más que explotada faceta de Alfonso como una suerte de pervertido sexual era cierta, así como que incluso su mujer podría estar al tanto de la misma.
“Como sabemos, en castellano la expresión «imaginación calenturienta» se puede referir fácilmente a alguien que piensa mucho en sexo, pero también se usa en otros contextos: un científico con mucha inventiva o una persona muy soñadora. Si leemos toda la conversación, vemos que no está hablando de sexo, ella le dice que su imaginación calenturienta les va a causar problemas porque él, durante el divorcio, había vertido mensajes con graves acusaciones contra ella”, argumenta Peña, quien añade que Rosario “pretendía que había ido al calabozo por esas frases, cuando ella sabía muy bien que había sido detenida por mentir a la policía sobre la hora en que había dejado a su hija”.
En estos mensajes, Alfonso la acusaba en tono sarcástico de querer “ahogarlo con un cojín”, una expresión que, tras la autopsia de Asunta, tomó un significado completamente diferente al haber sido interpretada como una referencia directa a la causa de muerte de Asunta.
La expresión, utilizada originalmente en un contexto de resentimientos de pareja, fue de igual forma distorsionada para insinuar que podría tener una connotación sexual o morbosa, un giro que, al difundirse masivamente en los medios, influyó negativamente en la percepción pública de Alfonso y Rosario, generando una atmósfera de sospecha en torno a ellos.
Además de estas manipulaciones evidentes, los medios también omitieron aspectos de la conversación que “favorecían” a los acusados. Estos, siguiendo la línea que predominó durante toda la cobertura del caso, eligieron convenientemente enfocarse en los detalles manipulados de la conversación, presentando una imagen de ambos padres como fríos y calculadores, sin empatía por su hija fallecida.
Para más inri, la grabación de las conversaciones en los calabozos, que fue posteriormente declarada nula, fue realizada de manera apresurada y sin la fundamentación legal adecuada, un hecho que la Audiencia de A Coruña consideró como una violación del derecho a la intimidad de los acusados.
“Resulta que el juez instructor deseaba sonsacar al sospechoso alguna información comprometedora sobre Rosario o él mismo, pero éste, por consejo de su abogado, se negó a prestar declaración; un consejo sensato, teniendo en cuenta que en unas horas pasaría de testigo a imputado y que nadie tiene obligación de declarar cuando se investiga a un familiar. Así que al juez se le ocurrió un ingenioso truco: hizo detener a Alfonso Basterra y lo llevó puso en un calabozo junto al de su mujer, con una autorización para la “sonorización de calabozos”, o sea, para grabar todo lo que se dijeran”, comenta Peña.
“No se cumplieron los requisitos marcados en la jurisprudencia constitucional”, “ni la ley de enjuiciamiento criminal ni la ley general penitenciaria dan amparo legal a la grabación de conversaciones de detenidos en calabozos policiales cuando solo existen meras hipótesis objetivas”, dictó la Audiencia, si bien, tal y como critica el profesor, el juez instructor “tenía cierta prisa por oír cantar a Alfonso Basterra, ya que lo ordenó con un auto en que faltaba la fundamentación, por tanto, nulo de pleno derecho. Una semana después lo ‘arregló’ con un segundo escrito”.
A pesar de esta nulidad, fragmentos de la conversación circularon ampliamente por televisión, radio y prensa y la manipulación mediática convirtió este diálogo en un juicio paralelo, generando una imagen de culpabilidad que influyó, consciente o inconscientemente, en la percepción de la audiencia y en el jurado que participaría en el juicio.
«La falta de pruebas concluyentes de su implicación, fueron relegadas a un segundo plano frente a una narrativa que enfatizaba la casi certeza de su culpabilidad»
El clima mediático creado en torno a estas grabaciones contribuyó a construir una narrativa de culpabilidad que se extendió y reforzó a lo largo del proceso judicial, en el que la sociedad española ya había sido expuesta a una imagen distorsionada basada en titulares y titulares sensacionalistas y acusatorios.
Así, tal y como argumenta el profesor Peña, las pruebas que podrían haber sugerido la inocencia Alfonso o, al menos, la falta de pruebas concluyentes de su implicación, fueron relegadas a un segundo plano frente a una narrativa que enfatizaba la casi certeza de su culpabilidad.
En este caso, además del ya comentado poder de los medios para influir en la opinión pública y en el desarrollo de un juicio, hay que sumar la manipulación de las conversaciones y la omisión de elementos clave favorecieron la construcción de una narrativa acusatoria desde el minuto uno.
Y es que un elemento más dentro de todo este proceso fue precisamente la divulgación de fragmentos manipulados y de invenciones puramente dramáticas, algo que contribuyó más aún a la imposibilidad de que Alfonso (y también podríamos reconocer que Rosario) fuesen juzgados en un ambiente imparcial.
(Continuará mañana…)
INFORME BASTERRA
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