16 agosto, 2024
Una investigación liderada por Guadalupe Sabio del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha identificado un mecanismo que podría explicar por qué algunas personas sienten un impulso mayor de hacer ejercicio. Publicado en Science Advances, el estudio revela que dos proteínas, p38α y p38γ, se activan en el músculo durante el ejercicio, incitando a seguir activos. Este hallazgo abre la puerta a potenciales fármacos y planes de entrenamiento personalizados que fomenten la actividad física.
El equipo descubrió una vía de señalización molecular que conecta el músculo con el cerebro. “Hemos identificado cómo el músculo regula el interés por el ejercicio a través de una vía que controla el impulso de continuar haciendo actividad física,” explica Sabio. Esta señalización es crucial para entender la relación entre el ejercicio, la obesidad y las enfermedades metabólicas.
El estudio demostró que la contracción repetida de los músculos activa las proteínas p38α y p38γ. Además, p38γ induce la producción de interleuquina 15 (IL-15), que influye directamente en el córtex motor del cerebro, aumentando el deseo de realizar actividad física. Este hallazgo se ha observado tanto en modelos animales como en humanos.
Los resultados mostraron que la activación de p38γ y la producción de IL-15 son mayores en personas que se ejercitan regularmente, lo que refuerza la importancia del ejercicio constante para mejorar el metabolismo y reducir riesgos de diabetes y acumulación de grasas, especialmente en el hígado. Las personas con obesidad tienen niveles más bajos de IL-15, subrayando la relevancia clínica de esta vía en el tratamiento de desórdenes metabólicos.
Para Sabio, uno de los próximos pasos será confirmar que la IL-15 es un marcador en sangre del deseo de hacer ejercicio. Esto podría permitir diseñar programas de entrenamiento más eficientes y desarrollar fármacos que ayuden a personas con menor predisposición a la actividad física, como las que padecen obesidad. Además, se prevé usar este modelo para estudiar la relación entre el ejercicio, la longevidad y el cáncer, y descubrir los mecanismos que la regulan.
Este estudio, respaldado por datos de voluntarios humanos y pacientes con obesidad, no solo proporciona una comprensión más profunda de la biología del ejercicio, sino que también abre nuevas vías para fomentar hábitos saludables en la población general.
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