25 marzo, 2025
El cerebro del bebé sí guarda recuerdos, pero no puede acceder a ellos
El avance de la ciencia vuelve a poner el foco en lo que ocurre en los primeros años de vida. Recientes investigaciones han demostrado que, aunque las personas no recuerden sus primeros años, sus cerebros sí registran esas experiencias. Es el hipocampo, la región encargada de la memoria, quien desde el primer año de vida ya está trabajando, pero sus conexiones neuronales aún no son lo suficientemente estables para sostener esos recuerdos en el tiempo.
Estudios recientes de la Universidad de Toronto y la Universidad de Columbia revelaron que la llamada amnesia infantil no es una cuestión de incapacidad para formar recuerdos, sino un fenómeno complejo en el que el cerebro de los niños archiva la información, pero luego la vuelve inaccesible. Esto ocurre porque, en la infancia, el hipocampo se encuentra en desarrollo y, aunque forma recuerdos, las conexiones sinápticas se reorganizan y se pierden.
¿Qué significa esto para la vida adulta?
Los especialistas explican que esas memorias tempranas no desaparecen del todo. Muchas veces permanecen en capas más profundas de la mente y pueden influir en emociones, preferencias o miedos. La neuropsicóloga Patricia Bauer destaca que “los recuerdos tempranos influyen en la construcción del yo, aunque no los recordemos de forma consciente”.
La ciudadanía cada vez muestra más curiosidad por entender estos procesos. Padres y madres buscan información sobre cómo estimular a sus hijos desde los primeros meses, sabiendo que lo que ven, oyen o sienten deja una huella. La neurociencia refuerza la idea de la importancia del entorno emocional durante la infancia: aunque no lo recordemos, el cerebro registra y lo lleva consigo.
¿Qué más se espera?
Los investigadores están intentando ahora comprender cómo podrían recuperarse estos recuerdos inaccesibles y de qué manera afectan a la salud mental en la adultez. Algunos ensayos con técnicas de neuroestimulación y terapia cognitiva avanzada empiezan a dar pistas, pero todavía hay más preguntas que respuestas.
Para los expertos, la conclusión es clara: la infancia nos moldea más allá de lo que podemos recordar. La ciencia solo empieza a abrir esa puerta.
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