7 diciembre, 2024
Este fin de semana, las ceremonias por la reapertura de la catedral de Notre Dame, restaurada tras el devastador incendio de 2019, han ofrecido un respiro temporal a la crisis política en Francia. Emmanuel Macron, mientras ejerce como anfitrión de líderes mundiales como Donald Trump y Volodímir Zelenski en París, enfrenta una carrera contrarreloj para formar un nuevo gobierno tras la caída del Ejecutivo de Michel Barnier, destituido por una moción de censura.El presidente francés busca acelerar las negociaciones para la formación de un gabinete a partir del lunes, con el objetivo de consensuar un presupuesto que garantice la estabilidad de Francia ante sus socios europeos y los mercados financieros. La incertidumbre prolongada podría erosionar aún más su posición en el Elíseo, en un momento en que su liderazgo ya se encuentra cuestionado.
Desde la censura al gobierno de Barnier, la izquierda francesa ha mostrado señales de división. El Nuevo Frente Popular (NFP), coalición que obtuvo el mayor número de diputados en las elecciones legislativas, enfrenta tensiones internas. Mientras socialistas y ecologistas evalúan una posible colaboración con macronistas y la derecha en un pacto de mínimos, La Francia Insumisa (LFI), liderada por Jean-Luc Mélenchon, se opone tajantemente a estas concesiones.
Esta fragmentación podría abrir paso a una hipotética «alianza republicana» amplia, que abarcaría desde socialistas hasta gaullistas, dejando fuera a los extremos representados por LFI y el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. Sin embargo, lograr un acuerdo de este tipo sería complejo, pues requeriría importantes concesiones en temas críticos como la reforma de pensiones o las leyes de inmigración.
Entre los nombres barajados para liderar esta negociación figura François Bayrou, alcalde de Pau y líder del Movimiento Demócrata (MoDem), aliado de Macron. Bayrou, de 73 años, es considerado un político capaz de tender puentes, aunque también tiene aspiraciones presidenciales que podrían influir en su papel.
A la crisis política se suma el malestar social, con crecientes despidos en grandes empresas y el descontento de agricultores y ganaderos. La reciente firma del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur en Montevideo ha provocado una fuerte reacción del sector agrícola francés, que considera este acuerdo un ataque a sus intereses. Se esperan movilizaciones masivas similares a las de principios de año.
La firma del tratado por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha sido vista como un golpe a Macron en un momento de fragilidad política, destacando el deterioro de la relación entre París y Berlín.
A pesar de los problemas políticos, la reapertura de Notre Dame ha sido un símbolo de orgullo nacional. Francia celebra el éxito de haber completado la restauración de la emblemática catedral en el plazo previsto, insuflando un breve sentimiento de autoestima. Sin embargo, al igual que ocurrió con los Juegos Olímpicos de verano, el impacto positivo para Macron y su gobierno podría ser de corta duración.
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