26 enero, 2025
El gobierno de los EEUU y tanto Biden como Trump han reconocido la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental contraviniendo el derecho internacional y las resoluciones de las Naciones Unidas. Trump llegó a escribir en twitter que Marruecos fue el primer país en reconocer a los Estados Unidos en 1777, y “por lo tanto lo correcto es que ahora reconozcamos su soberanía sobre el Sahara”. El argumento es una falacia: es como si Trump dijera que como España ayudó a los americanos a independizarse ahora ellos van a reconocer que Gibraltar es español (que por otra parte sería lo justo). Pero es que además la premisa (sobre el reconocimiento de Marruecos de los EEUU) es falsa.
La propaganda marroquí ha conseguido engañar a mucha gente -presidentes de los Estados Unidos Biden y Trump incluidos- repitiendo esta mentira: “Las buenas relaciones entre el Reino de Marruecos y América se remontan a la Guerra de Independencia (1775-1783) y específicamente a 1777, cuando el sultán Mohammed ben Abdallah fue el primer monarca que reconoció a los Estados Unidos como nación independiente”. Y añaden que “un Tratado de Paz entre Marruecos y Estados Unidos demuestra que Marruecos fue el aliado más antiguo de los americanos”. Ambas frases aparecen en la Wikipedia, y son difundidas por los medios afines al país alauita.
La realidad histórica nos dice lo contrario: cuando las Trece Colonias de Norteamérica se independizaron de Inglaterra el Reino de Marruecos era aliado de Gran Bretaña, y por lo tanto se puede decir que Marruecos fue una Nación enemiga de los Estados Unidos. Y Marruecos no fue nunca aliado de los EUA.
El asunto se podría quedar en unas risas contenidas (por lo ingenuos e ignorantes que son esos “creyentes”), si no fuera porque Marruecos se aprovecha del favor y de la protección de los Estados Unidos para mantener un régimen dictatorial antidemocrático, que -entre otras cosas- ocupa desde hace 50 años de manera injusta y sangrienta el Sahara Occidental, antigua colonia española que permanece a la espera de conseguir su plena independencia.
La Guerra de la Independencia de los Estados Unidos comenzó realmente en 1774 y finalizó en 1781. Francia y España eran potencias enemigas del Imperio Británico y apoyaron a los colonos de las Trece Colonias que fueron el germen de los actuales Estados Unidos.
El territorio de Marruecos había sido controlado por diversos Reinos o Sultanatos de mayor o menor extensión y poder. Los benimerines del Reino de Fez fueron sustituidos en 1472 por los Watasidas, y en el siglo XVI se hizo preeminente la dinastía Saadí asentada en Marrakech. En 1631 surgió en la región del Oasis de Tafilátet, al sureste de la cordillera del Atlas, una nueva dinastía, los Alauitas, que se consideraron descendientes del Profeta. El segundo sultán Alauita fue Mulay Ismail, que gobernó entre 1672 y 1727, quien puede ser considerado el creador o padre del actual Reino de Marruecos. Estableció su capital en Mequinez, donde construyó una ciudad amurallada y donde organizó un ejército de esclavos negros con los que se impuso sanguinariamente a todos sus adversarios. También luchó contra los Otomanos de Argel y consiguió arrebatar a los europeos Tánger y Larache. A pesar de que lo intentó, no consiguió conquistar Ceuta. A su muerte -en 1727- varios de sus hijos (tuvo más de 1000) fragmentaron el sultanato y comenzaron a enfrentarse unos contra otros por el poder.
Tras años de conflictos, en 1757 se instaló en el trono Mohammed III ben Abdallah, nieto de Mulay Ismail, que consiguió reunificar el territorio. Restableció la Corte de Fez y más adelante trasladó su capital a Rabat. Su política exterior fue de desprecio a las demás naciones, y sus barcos corsarios se dedicaron a abordar a los barcos mercantes que transitaban por sus costas. Los franceses sufrieron varios ataques y en 1767 mandaron una expedición de castigo contra esos piratas llegando a bombardear Larache. Mohamed III acosó después a los portugueses y en 1769 les arrebató el puerto de Mazagán. Animado por ese éxito exigió al Rey Carlos III de España que abandonara sus posesiones africanas, en concreto Ceuta y Melilla, afirmando que estaban en territorios propiedad de Mahoma. Lógicamente el Rey de España rechazó sus amenazas, contestando que esas posesiones eran españolas y cristianas desde antes de que Marruecos naciera. Ceuta fue portuguesa en 1415 y pasó a ser española en 1580. Melilla era un conjunto de ruinas abandonadas cuando en 1496 fue refundada por España. Además, esos territorios de la región bereber del Rif habían formado parte de la Hispania Romana (con el nombre de Hispania Tingitana) y de la Hispania Visigoda.
Al ser rechazada su petición, Mohammed III declaró la guerra a España. Eso ocurrió en 1774, pero previamente el Sultán de Marruecos firmó una alianza con el Rey Jorge III de Inglaterra, comprometiéndose a que sus corsarios no iban a atacar a los barcos ingleses a cambio de recibir ayuda militar. Gran Bretaña estaba enfrentada con España, y le interesaba reforzar su dominio sobre Gibraltar, por lo que se asoció a Marruecos.
Estalló la Guerra. Los marroquíes y los ingleses asediaron Melilla entre 1774 y 1775. El Rey Carlos III puso todo su empeño en la defensa de esa plaza española… Y si la pudo conservar fue gracias a que en ese momento estalló la Guerra de la Independencia de los EEUU y la armada inglesa tuvo que reducir su ayuda a Marruecos para ir a tratar de sofocar la revuelta norteamericana… Francia y España apoyaron a los independentistas dirigidos por George Washington, y España declaró la guerra a Inglaterra en 1779, formando parte de una alianza que se formó con Francia y con los colonos de las Trece Colonias: y esa alianza fue definitiva para que los colonos americanos consiguieran su independencia.
Marruecos mantuvo su alianza con Inglaterra y continuó su guerra contra España cinco años más, hasta 1780. Los ingleses decidieron concentrar toda su fuerza militar en norteamérica y dejaron de ayudar al Sultán Mohammed III, que vio que sin la ayuda de los ingleses no iba a conseguir vencer a España y solicitó la paz al Rey Carlos III.
Rey Carlos III de España (1716-1788)
El 30 de mayo de 1780 se firmó un tratado entre ambos Reinos en la Corte de Aranjuez (Madrid), por el que se restablecía la paz y el libre comercio entre ambos reinos, España y Marruecos. España seguía en guerra contra Inglaterra, y en ese tratado Marruecos fue obligado a romper sus relaciones con el Reino Unido: y el Sultán Mohammed III ordenó entonces salir de Tánger y de Tetuán a todos los buques ingleses que permanecían allí, y prohibió a los británicos todo comercio en sus puertos. Y así consta en el texto de ese Tratado de Aranjuez de 1780.
La Guerra de España contra Inglaterra se prolongó hasta 1783, y Carlos III recuperó la Isla de Menorca; sin embargo, el largo asedio a Gibraltar (que duró cuatro años, entre 1779 y 1783) no consiguió el objetivo de recuperar el Peñón.
El 4 de julio de 1776 se declaró la independencia de los Estados Unidos. Francia, España y Holanda fueron los primeros países en reconocer a la nueva República. Y es imposible -a pesar de que se repite mucho como si fuera verdad- que en 1777 el Sultán Mohammed III pudiera reconocer la independencia de las Trece Colonias Americanas, o apoyar a los rebeldes que luchaban contra los británicos, porque ese año Marruecos era aliado de Inglaterra en su guerra contra España (y lo fue hasta 1780), y el Rey inglés Jorge III no hubiera permitido a ningún país aliado que reconociera a los rebeldes americanos, enemigos de los ingleses.
En 1783 finalizó la Guerra de las Colonias, e Inglaterra reconoció en el Tratado de París la Independencia de los Estados Unidos de América. El año siguiente, 1784, unos piratas corsarios al servicio del Sultán de Marruecos se apoderaron en el Atlántico de un barco mercante estadounidense, el Betsey. Los dirigentes americanos Jefferson y Adams, que en esas fechas estaban en Francia y en Londres como Embajadores (asentando el peso político de su nueva Nación), pidieron a Thomas Barclay que viajara a Marruecos para negociar un acuerdo con Estados Unidos. Thomas Barclay era un comerciante de Filadelfia que en 1781 había sido nombrado primer cónsul de Estados Unidos en Francia. Barclay viajó desde París, pasando por España, y llegó a Rabat, donde negoció un Tratado de respeto mutuo y de libre comercio entre ambas naciones. Ese Tratado de paz y amistad (como se llamaban todos los tratados) se redactó en Marruecos en junio de 1786 y se ratificó en Estados Unidos el 18 de julio de 1787. El objetivo principal era que los corsarios marroquíes dejaran de atacar a los barcos americanos.
En el punto 14 de ese Tratado de Marruecos con los Estados Unidos se dice: “El Comercio con los Estados Unidos será en pie de igualdad con el Comercio con España”. Y resulta curioso que cuando se regula el intercambio de prisioneros en caso de guerra, se dice: “se compensará con el pago de cien dólares mexicanos por cada persona que falte”. Recordemos que México era entonces parte del Reino de España, y que los primeros norteamericanos libres usaron monedas españolas.
Si se lee ese Tratado de 1786 entre Estados Unidos y Marruecos se puede comprobar que no era un tratado de especial amistad entre ambas naciones, sino una aplicación de las mismas normas relacionales que ya regían entre Marruecos y las otras potencias europeas -como España-, destinadas a evitar enfrentamientos armados y a fomentar el comercio.
Mohammed III falleció en Rabat el 9 de abril de 1790. Y a su muerte Marruecos volvió a entrar en un periodo de revueltas internas. El sucesor oficial del trono fue Al Yazid, hijo de Mohammed III, que como nuevo Sultán rompió los compromisos de paz que había firmado su padre con España y declaró la guerra al rey español Carlos IV y a todas las potencias extranjeras salvo a Inglaterra. En septiembre de ese mismo año de 1790 Marruecos, con la ayuda de Inglaterra, puso sitio por tierra y por mar a Ceuta. El ataque duró un año, pero los españoles pudieron resistir, y los marroquíes acabaron levantando el cerco y retirándose.
El 31 de marzo de 1791 el presidente de los Estados Unidos George Washington envió una carta al Sultán de Marruecos. El tono del documento era de desconfianza y preocupación, a la vista de la declaración de guerra indiscriminada de Marruecos que hacía temer un aumento de los ataques corsarios marroquíes. El objetivo de la carta era pedirle al Sultán que mantuviera las buenas relaciones y las condiciones del Tratado que habían firmado ambas naciones en 1786. En esa misma carta de 1791 el presidente de los EUA nombraba Cónsul de su Nación en Marruecos a Thomas Barclay. Barclay viajó a Europa pero nunca llegó a su destino, debido a la guerra civil que se produjo en Marruecos: y se quedó realizando actividades diplomáticas en Europa, viajando también a Argelia. Murió en Lisboa en enero de 1793.
El Sultán Al Yazid murió en febrero de 1792, y a su muerte sus cuatro hermanos comenzaron una guerra entre ellos para conseguir ocupar el trono. La guerra civil duró cinco años, hasta 1797, y consolidó en el trono de Marruecos Muley Slimane o Solimán.
El 24 de diciembre de 1794 dos periódicos americanos, The Philadelphia Gazette y Universal Daily Advertiser informaban que Muley Solimán, el aspirante al Trono de Marruecos con más probabilidades de conseguirlo, estaba enemistado contra Estados Unidos; y que sus corsarios tenían orden de capturar barcos estadounidenses… Y esos medios añadían que el presidente Washington estaba tomando medidas para evitar sus ataques. Efectivamente, una semana más tarde George Washington despachó otra segunda carta al Rey de Marruecos, pidiendo -o exigiendo- respeto al Tratado de Amistad y Comercio que había firmado su padre en 1786. No se tiene noticia de que el Sultán de Marruecos respondiera a esas cartas.
Durante todos esos años los nuevos Estados Unidos de América se centraron en la colonización del Oeste de su territorio, y apenas navegaron hacia el Mediterráneo ni hacia África: por ese motivo los piratas y corsarios marroquíes no tuvieron muchas oportunidades de molestarlos.
Solimán fue Sultán desde 1797 hasta 1822, y durante su reinado se produjeron sangrientas guerras étnicas y religiosas entre seguidores de diversas creencias islamistas, y se cerraron las fronteras a los países no musulmanes. En 1822 ocupó el trono Mulay Abderramán, que reinó entre 1822 y 1859, y que también fomentó la piratería contra todo barco que se moviera por delante de sus costas… Por ese motivo, varias potencias europeas declararon guerras a Marruecos. La Guerra Franco Marroquí tuvo lugar en 1844, y la Hispano Marroquí se libró entre 1859 y 1860, durante el reinado de Isabel II de Borbón. Los británicos y los austriacos también tuvieron conflictos bélicos con Marruecos, y bombardearon los puertos de sus corsarios.
Queda probado que las relaciones de Marruecos con Estados Unidos en el siglo XVIII y en el XIX apenas existieron, o no fueron especialmente amistosas en absoluto, e incluso fueron conflictivas.
Estados Unidos está vendiendo tanques Abrams y cazas de última generación a Marruecos. El nuevo responsable de Exteriores de Trump, Marco Rubio, afirmó hace unos días que “Rabat ha sido un aliado importante y estratégico de los Estados Unidos durante 250 años”.
Esperemos que los nuevos dirigentes americanos se informen bien y tomen sus decisiones basándose en la verdad, sin dejarse engañar por los propagandistas de un régimen que a muchos no nos ofrece ninguna confianza.
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