26 mayo, 2024
Eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor es una verdad, quien sabe si a medias, que ya estamos acostumbrados a escuchar. A veces es sobre la música o el cine, la televisión o el deporte, pero lo cierto es que por alguna razón solemos tener esa predilección por romantizar lo pretérito.
”La política, como no podría ser de otra forma, es un campo donde también se produce este fenómeno, sobre todo con aquellos que con tanta nostalgia como resignación se refieren a una ‘vieja política’ en la que primaban unos principios, unas formas, un decoro y estaba protagonizada por unas personalidades que en esta demonizada ‘nueva política’ se han ido transformando y degradando hasta rozar lo grotesco.
A decir verdad, no sabemos si aquellos o estos tiempos son mejores, pero lo cierto es que la reciente y sonada crisis diplomática entre España y Argentina no solo despierta reacciones y comentarios de todo tipo, sino que también nos hace llegar a pensar que la polarización y la crispación han alcanzado hoy cotas que ni siquiera en otros tiempos teóricamente mucho más complejos en todos los aspectos se llegaron a alcanzar.
¿Qué mejor ejemplo de esto que una simple imagen de Manuel Fraga y Fidel Castro riendo, preparando y después disfrutando de una queimada?
Y es que no existe mejor momento que el actual para rememorar un episodio que, además de pura historia, es un punto a favor de aquellos que añoran ese pasado con una clase política que, a pesar de ser tan o quizás más imperfecta que la actual, ostentaba a ojos del público un nivel que deja en nada a los actuales líderes.
Si bien no creemos que vaya a suceder, no estaría mal ver a Milei y Sánchez compartiendo unos mates y limando asperezas. A espera de ver si llegamos a presenciar ese improbable momento, recordamos hoy el que compartieron, por partida doble, dos líderes históricos en lo que fueron unos instantes para la posteridad.
Allá por 1991, el revolucionario cubano no dudó en recibir al ex presidente gallego en el aeropuerto de La Habana con todos los honores. Pronto se pudo apreciar que entre aquellas dos personalidades tan únicas y particulares existía una sintonía que resultaba extraña dados los perfiles tan rotundamente opuestos de ambos.
A pesar de eso la sintonía entre ambos existía, y buena prueba de ello es, no solo el distendido ambiente que se respira en las imágenes de aquel encuentro en tierras cubanas, sino el hecho de que el propio Fidel quiso corresponder el gesto de Fraga y visitó Galicia, iniciando su expedición en Santiago de Compostela, solo un año después.
En una visita exprés, el líder cubano aterrizó en Lavacolla y fue recibido por su ‘amigo’ Fraga. Visitó el Obradoiro, firmó el libro de oro de la Xunta, recorrió la Catedral de Santiago y mantuvo un encuentro por la tarde en el Hotel Araguaney antes de desplazarse, el siguiente día, a Láncara (Lugo), donde visitó la casa natal de su padre, fue nombrado hijo adoptivo y quiso destacar su ascendencia gallega y el espíritu rebelde de dicho pueblo.
Escenas y contrastes que, en definitiva, dan para reflexionar…
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