17 noviembre, 2024
Xoán del Río / El envés de la noticia
Una condena en primera instancia, ratificada posteriormente por el TSXG, por acoso laboral de un concejal en la persona de la jefa de la Policía Local de Ourense, María Barrera, reconociendo el tribunal la mentira del regidor Gonzalo Pérez Jacóme al negar tener conocimiento de los hechos, es la última de las atrabiliarias consecuencias de una ciudad regida a golpe de ocurrencia, de caprichos y de muy poco respeto por el ordenamiento jurídico. Si a ese variado puzzle se le añaden las astracanadas del alcalde es lógico que la consecuencia no sea otra que la del permanente hazmerreir que dicha Corporación encuentra en el conjunto de España personalizado en tan valleinclanesco personaje. Y Ourense no se merece esto.
Pero van allá más de cinco años de presencia de Jácome en la alcaldía sin que los grupos de la oposición, tan dignos a la hora de criticar al regidor y de supuestamente defender el honor de la Corporación de que forman parte, den un solo paso para cambiar de una vez la situación, como puede hacerse al no ostentar el regidor la mayoría precisa para mantenerse en la alcaldía. Solo es cuestión de altura de miras.
Y año a año, denuncia tras denuncia, payasada tras payasada, PP, PSOE y BNG se enzarzan en un amago de moción de censura que acaba -están verdes que decía el zorro a las inalcanzables uvas- rompiendo casi siempre por la parte más débil: El chantaje que supone para el PP que su presidencia de la Diputación provincial se sustente en el apoyo del partido del alcalde, Democracia Ourensana. Y ya se sabe que en política, “a vaquiña polo que vale”. Porque el PP ourensano, como el gallego a propósito de otros temas como ya se ha recordado desde aquí, prefiere verse ciento colorado que una vez rojo. Es decir, al contrario que Roma, sí paga traidores.
La Corporación municipal de Ourense, con la peor gestión financiera de Galicia según un análisis de solvencia realizado por el Observatorio Municipal Gallego, se mueve a causa de ese descontrol en el continuo cambio de partidas con que hacer frente a los reiterados incumplimientos con sus proveedores y prestadores de servicios. Solo el miércoles, día 7, se llevaron a pleno diez modificaciones de crédito de las que ocho -por un montante de 20 millones- resultaron aprobadas gracias a la abstención del PP y que necesitaba el grupo de Gobierno para hacer frente a obras, cumplir sus compromisos con distintas asociaciones, equipar a la Policía Local y los Bomberos o el mantenimiento y limpieza de las guarderías Galiña Azul, según informa la prensa local.
Abstención la del PP celebrada a posteriori por la cúpula provincial del partido al lado de sus concejales en aras de una pretendida “responsabilidade” con la ciudadanía, los clubes y las empresas que, por mucho que quisieron vestir a la mona, no ocultaba la aceptación del chantaje para seguir en la Diputación. Es más, una continuada claudicación que empieza a tener sus primeras vías de agua en los dos concejales populares que se negaron a acudir al pleno municipal, sin que se descarte alguna dimisión.
Porque en la propia formación, y aunque de modo meramente simbólico, hay quien comienza a cuestionarse la conveniencia de propiciar, por exclusivo interés partidista, el continuado desdoro que para la ciudad representa un alcalde como Jácome.
Un último apunte: En sesión plenaria del viernes, donde fue preciso liberar otros 17 millones para pagos atrasados, el regidor reconoció que la deuda actual del Ayuntamiento asciende a 60 millones de euros, de los que 10 corresponderían, según la oposición, a intereses por el retraso del gobierno local a la hora de hacer frente a los pagos.
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