
15 junio, 2025
La segunda jornada del festival O Son do Camiño arrancó con fuerza a pesar de las inclemencias meteorológicas. La lluvia no impidió que el público se entregase desde primera hora de la tarde en el Monte do Gozo, donde se vivieron momentos de auténtica euforia colectiva.
La encargada de inaugurar el viernes fue la cantante checa Aiko, que subió al Escenario Xacobeo a las 16:20, marcando el ritmo del día con su energía arrolladora. Le siguieron los vallisoletanos Siloé y los madrileños Carolina Durante, que ofrecieron un concierto vibrante, consolidándose como uno de los referentes del indie-rock nacional.
En el Escenario Estrella Galicia, la delicadeza de Merino y la frescura de Amaia conquistaron al público con dos actuaciones intimistas y muy aplaudidas. A última hora de la noche, fue el turno del rap con mayúsculas de Kase.O, que volvió a demostrar por qué es una leyenda viva del hip hop en español.
Sin embargo, uno de los momentos más esperados llegó con Kasabian, que tomaron el escenario principal a las 23:00 horas. Los británicos ofrecieron un espectáculo eléctrico y contundente, con temas que pusieron a saltar a todos los presentes.
Ya bien entrada la madrugada, el ambiente alcanzó otro pico de intensidad con el show de Bad Gyal, que hizo arder la pista con su estilo urbano y sensual. Minutos después, el turno fue para Juan Magán, quien ofreció un repaso a sus grandes éxitos, desde Ella no sigue modas hasta Se vuelve loca, desatando la nostalgia colectiva de miles de asistentes que corearon sus canciones como si viajaran en el tiempo a sus años adolescentes.
Mientras tanto, en el Escenario Son Electro by Repsol, la electrónica reinó de principio a fin. Karras Martínez, Héctor Llamazares, Mano Le Tough, Âme (live), Adiel y Andrés Campo pusieron el broche electrónico a una noche que se extendió hasta bien entrada la madrugada, demostrando que O Son do Camiño sabe mezclar con acierto lo urbano, el pop, el rock y los beats más contundentes.
Hoy sábado se celebra la última jornada de esta edición, y la emoción no hace más que crecer. El espíritu del Camino también se vive bailando.
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