22 diciembre, 2024
El cambio tecnológico es un proceso constante, acelerado, disruptivo y global que transforma la sociedad a un ritmo cada vez más vertiginoso. Se refiere a las nuevas tecnologías, como el internet de las cosas, la inteligencia artificial, la biotecnología o la realidad virtual y aumentada. Este fenómeno es un motor fundamental de la evolución humana, impulsando el desarrollo de civilizaciones y moldeando la forma en que vivimos. El cambio tecnológico tiene un profundo impacto en la economía, creando nuevas industrias, generando empleo y aumentando la productividad; transforma las relaciones sociales, la cultura y los sistemas políticos; influye en la forma en que nos comunicamos, nos entretenemos y aprendemos; y presenta tanto desafíos como oportunidades para abordar problemas ambientales. El cambio tecnológico ofrece enormes posibilidades; las nuevas tecnologías pueden ayudar a abordar problemas, como la pobreza y las enfermedades y pueden hacer nuestra vida más fácil, segura y saludable. Pero también plantean desafíos importantes, ya que el acceso a las nuevas tecnologías no es equitativo, lo que puede aumentar las desigualdades sociales; la automatización y la inteligencia artificial pueden desplazar a trabajadores de ciertos sectores.
Asimismo, la recopilación y el uso de datos personales plantean importantes cuestiones éticas y las nuevas tecnologías pueden ser utilizadas para fines maliciosos. Este avance tecnológico también ha expuesto a las personas mayores a nuevos desafíos, entre ellos, el edadismo tecnológico. Este fenómeno se refiere a la discriminación o prejuicio hacia las personas mayores debido a su supuesta incapacidad para adaptarse o utilizar las nuevas tecnologías. Muchas personas mayores se sienten excluidas de los beneficios de la tecnología debido a la falta de acceso, capacitación o apoyo. Se han desarrollado estereotipos negativos, al asumir que los mayores son resistentes al cambio y no están interesados en aprender nuevas tecnologías. Las interfaces son poco amigables y la falta de opciones de accesibilidad en los dispositivos y aplicaciones dificulta el uso para personas con discapacidad visual, auditiva o motora. Este edadismo tecnológico puede llevar al aislamiento social y a la pérdida de oportunidades de interacción; las personas mayores pueden volverse más dependientes de otras personas para realizar tareas cotidianas y esto puede afectar a su calidad de vida, limitando su acceso a información, servicios y oportunidades. Como contrapartida, la tecnología también puede ser un aliado para promover el envejecimiento saludable, a través de videoconferencias, de la monitorización de la salud, de cursos virtuales y de aplicaciones para el seguimiento de la actividad física.
«Las personas mayores pueden volverse más dependientes de otras personas para realizar tareas cotidianas y esto puede afectar a su calidad de vida, limitando su acceso a información, servicios y oportunidades»
Además de a los mayores, existe una brecha digital relativa a la desigualdad entre las personas respecto a las posibilidades de acceso, calidad, uso y formación de las tecnologías digitales. El acceso a internet y a los dispositivos tecnológicos suele estar vinculado al nivel de ingresos y a la educación; las zonas rurales suelen tener menor acceso a infraestructuras tecnológicas y en algunas culturas las mujeres tienen menor acceso a la tecnología que los hombres. También existe una brecha en el acceso a los dispositivos tecnológicos, una de uso para la habilidad de utilizarlas de forma efectiva y otra de contenido para poder usarlas en diferentes idiomas y culturas. Todo ello conduce a que muchas personas queden excluidas de oportunidades, como la educación, el empleo y la participación en la sociedad. La brecha digital amplifica las desigualdades existentes, tanto a nivel económico como social. Por último, las sociedades con una brecha digital significativa pueden tener dificultades para desarrollarse de manera sostenible.
El avance tecnológico ha transformado radicalmente la medicina, mejorando significativamente la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades. Esta revolución tecnológica ha dado lugar a una serie de innovaciones que están redefiniendo la práctica médica y mejorando la calidad de vida de millones de personas. El diagnóstico por imagen, la medicina personalizada, la robótica quirúrgica, la impresión 3D y la realidad virtual y aumentada ayudan a la detección temprana, a tratamientos más eficaces, a la reducción de costes y facilitan la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos. Una consideración aparte merece la telemedicina que está revolucionando la forma en que concebimos la atención primaria y la hospitalaria, ofreciendo una serie de ventajas, pero también de desafíos y problemas. La telemedicina permite a pacientes en áreas rurales o remotas acceder a servicios de salud de calidad sin necesidad de desplazarse, agiliza el proceso de atención disminuyendo los tiempos de espera, facilita el seguimiento de pacientes crónicos, es más cómoda para muchos pacientes y reduce gastos de manera significativa. Además, es un excelente medio de comunicación entre profesionales, especialmente entre la atención primaria y la hospitalaria, facilitando el diagnóstico y el tratamiento y evitando desplazamientos de los pacientes a los hospitales.
«El avance tecnológico ha transformado radicalmente la medicina, mejorando significativamente la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades»
A medida que la tecnología avanza y se superan los desafíos actuales, la telemedicina se consolidará como una herramienta fundamental al integrar dispositivos wearables (ponibles o vestibles, como los relojes) o sensores, que facilitarán la monitorización de muchos parámetros biológicos, con el desarrollo de algoritmos de inteligencia artificial y nuevas aplicaciones en algunas especialidades como la dermatología y la oftalmología. Sin embargo, la telemedicina está limitada por la brecha digital (no todos los pacientes tienen acceso a los dispositivos electrónicos necesarios, o no saben utilizarlos) y por la privacidad y seguridad de los datos médicos transmitidos y almacenados en la historia clínica electrónica. La telemedicina tendrá su máxima aplicación en el seguimiento de enfermedades crónicas, en la educación sanitaria y en la atención de enfermedades agudas leves, como resfriados y gripes. Pero la telemedicina nunca sustituirá a la atención presencial. Ya empieza a ser demasiado frecuente la queja de pacientes que no conocen a su médico, e incluso que cuando este lo recibe solo se fija en la pantalla del ordenador. La medicina es un oficio basado en la relación y confianza entre médico y enfermo. Esta relación se ve deteriorada por una aplicación irresponsable de la tecnología y por el cambio continuo de los profesionales que despersonalizan el acto médico. Muchos enfermos requieren un examen físico completo para su diagnóstico y tratamiento y muchos pacientes precisan del apoyo emocional que solo se puede producir a través del contacto humano. La telemedicina continuará evolucionando y expandiendo sus aplicaciones en el futuro y, aunque nunca sustituirá a la atención presencial, sí la complementará y enriquecerá.
«La medicina es un oficio basado en la relación y confianza entre médico y enfermo. Esta relación se ve deteriorada por una aplicación irresponsable de la tecnología y por el cambio continuo de los profesionales que despersonalizan el acto médico»
El cambio tecnológico ha revolucionado radicalmente el ámbito de la investigación, transformando la manera en que se conciben, ejecutan y difunden los estudios. Este proceso ha generado un profundo impacto en diversos aspectos de la investigación, desde la recopilación de datos hasta la elaboración de resultados. El acceso a la información con nuevas herramientas de búsqueda y con la proliferación de bases de datos en línea ha facilitado la disponibilidad de una cantidad inmensa de información de manera rápida y eficiente; el análisis de grandes conjuntos de datos (big data) ha generado nuevas oportunidades para describir patrones y tendencias; el manejo de los datos con software estadístico ha facilitado la realización de análisis complejos, y la visualización de resultados y el uso de algoritmos de aprendizaje automático y redes neuronales han permitido automatizar tareas y descubrir patrones ocultos en los datos; las plataformas de colaboración en línea han facilitado la comunicación y el intercambio de conocimientos entre investigadores de todo el mundo y la posibilidad de compartir datos y códigos fuente promueve la transparencia y la reproducibilidad de los resultados. La era digital también ha transformado radicalmente el panorama de las publicaciones científicas, ofreciendo nuevas oportunidades y planteando desafíos sin precedentes. Han aparecido nuevos formatos de publicación, como los cuadernos de laboratorio digitales, los vídeos científicos y las infografías. Las plataformas de publicación digital, el acceso abierto, las revistas híbridas y los preprints están moldeando el futuro de la publicación científica. Y este futuro ya está mostrando nuevas tendencias como las experiencias de lectura personalizada, adaptada a los intereses y necesidades de cada usuario; los artículos científicos se integrarán cada vez más con los datos subyacentes, permitiendo una mayor reproducibilidad y análisis; los lectores podrán participar de manera más activa en la construcción del conocimiento, corrigiendo y ampliando los artículos y se desarrollarán nuevos indicadores para evaluar el impacto de la investigación, más allá de los factores de impacto tradicionales.
La cultura de la imagen es un fenómeno que ha transformado radicalmente la forma en que nos comunicamos, percibimos el mundo y construimos nuestra identidad. En la actualidad, las imágenes han desplazado a la palabra escrita como el medio de comunicación predominante, saturando nuestro entorno con una avalancha de estímulos visuales. La irrupción de las tecnologías digitales ha transformado nuestra relación con la imagen. Lo que antes era un proceso complejo y especializado, ahora está al alcance de casi cualquier persona con un dispositivo móvil. Esta democratización de la imagen ha dado lugar a una nueva cultura visual, caracterizada por una producción masiva, una distribución instantánea y un consumo voraz. Sin duda, esta nueva forma de cultura permite a las personas expresar su creatividad de una forma antes impensable, facilita la conexión y la comunicación entre personas de todo el mundo y puede ser una herramienta poderosa para la educación y la conciencia social. Pero en la actualidad los riesgos son excesivos y el balance entre a favor y en contra no es claro.
«La sobreexposición en las redes sociales puede vulnerar la privacidad de las personas y exponerlas a riesgos como el acoso en línea y el robo de identidad, facilitar el aislamiento social y fomentar un énfasis excesivo en la apariencia física y el consumismo»
La facilidad para manipular imágenes ha dado lugar a la proliferación de noticias falsas y desinformación (fake news visuales) y las tecnologías deepfakes permiten crear vídeos falsos hiperrealistas, lo que puede tener graves consecuencias para la reputación de individuos y la estabilidad social. La constante exposición a imágenes retocadas y perfectas puede generar presión social para alcanzar estándares de belleza irreales, y puede perpetuar y reforzar estereotipos de género, raza, edad y otras identidades sociales, lo que contribuye a la discriminación y a la exclusión. Además, la sobreexposición en las redes sociales puede vulnerar la privacidad de las personas y exponerlas a riesgos como el acoso en línea y el robo de identidad, facilitar el aislamiento social y fomentar un énfasis excesivo en la apariencia física y el consumismo, lo que puede llevar a una pérdida de valores más profundos. La cultura de la imagen plantea un desafío importante: desarrollar un pensamiento crítico que nos permita analizar y evaluar de manera objetiva la información visual que recibimos. La verificación de la información, una desconfianza saludable y la lectura de artículos, ensayos y libros nos ayudará a desarrollar habilidades de análisis y a comprender la realidad en vez de la ficción interesada que nos rodea y abruma. Entre los proverbios «una imagen vale más que mil palabras» (falsamente atribuido a Confucio, ya que en realidad dijo que «escuchar algo cientos de veces no es mejor que verlo una vez») y «las imágenes son los libros de los ignorantes» (proverbio inglés difundido por Calvino), existe un inmenso mundo de posibilidades para que los seres humanos sepamos elegir lo mejor de los dos mundos, recordando que el verdadero peligro no es que las computadoras comiencen a pensar como los hombres, sino que los hombres comiencen a pensar como las computadoras.
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