16 noviembre, 2024
José Castro López
La encuesta del CIS de octubre preguntaba sobre la organización territorial de España y el 23,8% de los ciudadanos cree que mejor sería un Estado en el que las comunidades tengan menor autonomía y un 15,1% quiere un Estado con un gobierno central sin autonomías. Algo más de la mitad de los españoles, estando de acuerdo con la estructura territorial, creen que “se ha ido demasiado lejos en el traspaso de competencias a las comunidades” y consideran que “España necesita un Gobierno central fuerte”.
El sondeo fue realizado antes de la tragedia de Valencia y cabe pensar que después de la Dana que asoló aquella comunidad, los españoles creen menos en la eficiencia del Estado autonómico al ver la negligencia e incompetencia de la Generalitat Valenciana y al tacticismo, cálculo político y hasta mala fe del Gobierno de España.
Fallaron las dos administraciones. Falló la Generalitat que no alertó a la gente con tiempo y falló el Gobierno central al no tomar el mando ante el desastre, “el que esté sin pecado que tire la primera piedra”. Los políticos, dice Manuel Vicent, “no han estado a la altura de este cataclismo, pero si algún miserable trata de sacar partido de esta desgracia echando la culpa al adversario, será como uno más que aprovecha el caos para realizar un pillaje en un supermercado”. Pues ahora, se miran de reojo y arrojan el barro de las culpas a la cara del contrario y en eso siguen.
Ocurre que llevamos mucho tiempo viendo como el Estado dejó de ser administrado por gente competente y, en su lugar, se llenó de políticos oportunistas que utilizan sus cargos en favor de intereses personales y partidarios y llenan de ineficiencia las administraciones. Quienes sí estuvieron a la altura fueron los Reyes.
Los ciudadanos no saben -no tienen por qué saberlo- quien tiene las competencias y quien debe intervenir y se preguntan para qué sirven dos parlamentos y dos gobiernos, tantos organismos, direcciones generales e instituciones diversas con competencias solapadas que no cesan de culparse del descontrol y del desastre. De ese entramado había que esperar respuestas y soluciones. Sobre todo en una catástrofe como esta que dejó cientos de muertos, destruyó empresas y destrozó la vida de miles de valencianos que lo perdieron todo.
La riada de incompetencia en la tragedia y la deriva que está tomando España (con minorías que la quieren destruir determinando el Gobierno de la nación) merecerían una buena “pensada” que tendría que ser el prólogo de reformas, entre ellas la organización territorial del Estado que cuestionan los españoles en el sondeo del CIS.
Defraudaron el Gobierno y la Generalitat. Si quieren redimirse, que dejen los reproches, filtraciones y relatos y se dediquen a ayudar a las personas afectadas, a reponer infraestructuras y recuperar empresas. Para que Valencia recupere la normalidad.
Alerta