21 noviembre, 2024
Como hicieron cuantos presidentes de la Xunta han sido, el actual titular Alfonso Rueda inició esta semana un nuevo -¿y van…?- viaje al exterior, en este caso a Brasil, al que, como aconteció en los anteriores protagonizados por él o por sus predecesores, es aplicable el manido cliché de “con el objetivo de potenciar las relaciones comerciales entre Galicia y el país sudamericano, así como reforzar los lazos con la colectividad gallega que reside allí”. Que ni siquiera en esto evolucionan con los tiempos.
Hay que señalar, sin embargo, que la visita por esta vez está lejos -que sepamos- de una inmediata convocatoria electoral por lo que es descartable la maledicencia de que en el fondo responda a intereses partidistas.
Con lo que, descartadas tales habladurías, hay que dar por bueno el anunciado propósito del establecimiento de relaciones comerciales, siempre con el añadido de propiciar la inversión de capital extranjero en nuestra tierra, y los famosos estrechamientos de lazos con la colectividad gallega que allí reside, que más que unir acabarán por esfixiar de tanto apretar.
Del primero de los objetivos, nunca se sabe en qué sectores concretos ni con qué dineros se logran formalizar esas inversiones porque falta el correspondiente análisis a posteriori que ponga negro sobre blanco la efectividad de dichas embajadas oficiales en el plano inversor. Ni siquiera por las entrevistas consensuadas puede decirse que la visita genere encendidos entusiasmos entre las autoridades o empresarios visitados.
Del segundo, apenas van más allá de los sempiternos y multitudinarios almuerzos rematados en efusivos y morriñentos abrazos no se sabe si fruto de la nostalgia, de las efervescencias etílicas o de ambas cosas a la vez.
Porque los sempiternos temas pendientes de la emigración, singularmente la protección que debe tener el ingente capital cultural que las colectividades atesoran en sus inmuebles, no está garantizada para perpetuidad y disfrute de las generaciones venideras.
Menos aún, un debilitado Consello da Emigración que apenas sabe avanzar con la potencialidad de un lobby en propiciar las herramientas necesarias para que esa operación retorno emprendida por la Xunta tenga el adecuado apoyo en cuantos inician el camiño de volta. Nos referimos a la insoportable burocracia, convalidaciones de títulos, etc.
Y ya que se habla de lobby, acaso haya que lamentar también que la pujanza evidenciada por los más destacados emprendedores gallegos en el extranjero, en todos y cada uno de los países americanos al frente de los más potentes y dinamizadoras empresas, no tenga la oportuna traducción en la creación del adecuado lobby en favor de la Galicia de aquí. Lo que requiere de más voluntad que esfuerzo, de más convicción que gasto, de más oportunidad que sacrificio. Así que sigamos en esa abstracción, demostrada hace escasos días en Ourense, del papanatismo reverencial hacia personajes que tienen de compromiso con esta tierra únicamente la no buscada circunstancia del nacimiento. Bueno…, y el oportunista retorno a nuestra extraordinaria Medicina cada vez que los achaques de la edad lo requieren.
Alerta