10 noviembre, 2024
El del sectarismo es, junto con la probada virtuosidad que demuestran en el uso de la mentira, el otro gran pilar que define por encima de cualquier otra consideración la trayectoria del Gobierno Sánchez. Las pruebas abundan por centenares y muchas de ellas han merecido la conveniente sanción por parte de unos tribunales que, pese a sus condenas, en absoluto arredran a los miembros del Ejecutivo en su reiterada puesta en práctica.
Pero de entre todo el Ejecutivo y más allá del presidente que practica y alienta estas prácticas destaca la figura del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, el más repudiado por las Cortes de todo el gabinete sanchista y, también, quien tiene en su currículum la más abultada lista de reveses judiciales. Algo que en la persona de quien en su día fue tenido por un probo magistrado debiera moverle a la reconsideración de continuar en su cargo. Ni por esas.
Entre las particulares persecuciones que el susodicho ministro mantiene con quienes resultan díscolos a sus caprichos figura el coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos, que fuera asesor durante cinco años en su día del ministro Pérez Rubalcaba, así como destacado luchador contra el terrorismo etarra -participó en la liberación de José Antonio Ortega Lara– y coordinador del dispositivo policial para impedir el referéndum ilegal de independencia del 1-O bajo las órdenes de la Fiscalía Superior de Cataluña. Un miembro de la Benemérita que goza de la general estima de sus compañeros de Cuerpo, hasta el punto de presentar el más acreditado historial de méritos para su ascenso a General. Una lógica y merecida aspiración que se ve truncada por el sectario Marlaska y pese a las favorables sentencias de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo que obran en poder de quien fue destituido como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid por negarse a facilitar al ministro un informe confidencial dirigido al Juzgado de Instrucción número 51 sobre la decisión del Gobierno de autorizar la manifestación del 8-M en plena pandemia. Una información que le fue requerida por el ministro a través de los superiores del coronel y que éste se negó a dar, en razón del decretado secreto de sumario y para respetar la oportuna y expresa orden judicial de la titular Carmen Rodríguez-Medel.
Pues bien, hasta en ocho veces fallaron los tribunales a favor del coronel y en contra de las decisiones del ministro. La primera de ellas, obligando a ser repuesto al frente de la Comandancia madrileña. Las sucesivas, por la negativa ministerial a proponerlo para el ascenso a general pese a contar, como se señala, con el historial más meritorio.
Pero lejos de estimar las consideraciones judiciales anulando el nombramiento de tres generales que optaban a dicho cargo, Marlaska repitió de nuevo las propuestas de nuevo anuladas por la Justicia, así como otra más, el pasado jueves, y que de ejecutar el fallo del Contencioso supondría la nueva anulación de dichos nombramientos.
Sin embargo, en actitud que le honra en quien ha dado muestra de tantas otras de la misma índole, el coronel Pérez de los Cobos hizo pública ayer, por medio del bufete de abogados que le representa, una nota en la que da cuenta de haberse dirigido al tribunal sentenciador renunciando a la ejecución de la sentencia por no ser “intención del coronel afectar la carrera profesional de esos compañeros suyos con decisiones traumáticas que puedan ser irreversibles”.
Eso sí, en el escrito se aluden a “las arbitrariedades constitutivas de infracciones del ordenamiento jurídico por parte de los Ministerios del Interior y de Defensa y de la Dirección General de la Guardia Civil” que entienden como “un cambio radical respecto del proceder que todos los Gobiernos -de uno u otro signo político- habían sostenido durante las cuatro últimas décadas”. Lógica reflexión que debiera merecer el oportuno seguimiento del tribunal que ve cómo sus resoluciones son tomadas a chufla por el Gobierno. ¿No es esta actitud, por reiterativa, constitutiva a su vez de delito?
Pérez de los Cobos se despidió de la Comandancia de Madrid -cargo en el que no cesará hasta dentro e unas semanas- con ocasión de la celebración de la patrona, la Virgen del Pilar, con un emotivo discurso que concitó el fervoroso y unánime aplauso de todos los presentes y en que manifestó dejar el cargo “con la cabeza alta y la conciencia tranquila y con la más alta recompensa que puede atesorar un militar, la mirada de los hombres y mujeres que ha tenido bajo su mando” y “alejado de la sumisión y el servilismo”.
El próximo 13 de diciembre Pérez de los Cobos pasará a la situación de reserva al cumplir los 61 e impedírsele el más que merecido ascenso a general. Se va, en todo caso, con el unánime reconocimiento de todos sus compañeros y la estima general de una ciudadanía que lamenta que el sectarismo gubernativo le prive de la última de sus satisfacciones para culminar una carrera de prestigio. Una afrenta que no sólo pesa en el ánimo del coronel, sino que atañe al sacrificado cuerpo de la Guardia Civil que tantos ejemplos de entrega está dejando ahora mismo en tierras valencianas en la lucha contra el fango.
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