26 noviembre, 2024
Xoán del Río / El envés de la noticia
Como en política casi nada es casual y mucho menos aquellos actos programados con anticipación y demandantes de la oportuna preparación previa, cabe pensar que la visita que el presidente Alfonso Rueda hizo al Servicio MeteoGalicia en fecha no tan lejana de lo acontecido con la DANA en Valencia no ocultaba un buscado afán propagandístico de las bondades del servicio gallego. Así se preocupó de ponerlo de relieve el mandatario, al comparar el número de estaciones meteorológicas con que cuenta el servicio autonómico en todo el territorio gallego -160- frente a las únicamente 52 de la agencia estatal Aemet -vamos, como el alcalde de Vigo que comentábamos aquí días pasados, a ver quién la tiene más grande-, lo que según él situaría a la Comunidad Autónoma en manifiesta ventaja técnica como para que los servicio de alarma en meteorología puedan ser anticipados desde Galicia y no desde el Gobierno central ya que es el nuestro un servicio apto para “predecir y anticipar los posibles efectos adversos de los distintos fenómenos meteorológicos”.
Por ello mismo, volvió a reclamar al Estado la transferencia de las competencias para que sea el organismo autonómico el que se encargue de emitir las alertas meteorológicas en Galicia.
Y es que, insiste el presidente, el servicio gallego ofrece cada día “información precisa, rigurosa y de calidad”, afirmación a la que desde una perspectiva estrictamente científica le sobran algunos adjetivos grandilocuentes por cuanto se trata de un fenómeno de la naturaleza impredecible, tan cambiante que ni la más moderna tecnología es capaz, como se vio en Valencia, de que lo anticipado se corresponda punto por punto con lo que puede ocurrir. Así que, mejor, euforias las justas.
Pero en cuanto que visita programada y, por tanto, susceptible de interpretación política, no parece que se hubiera producido en el momento más oportuno para los intereses del PP a nivel nacional, salvo que la intencionalidad fuera echar más paladas de barro sobre la actuación del compañero de militancia y presidente valenciano Carlos Mazón. Que viene a ser algo así como mentar la soga en casa del ahorcado. Y es que hay buenas intenciones que las carga el diablo.
Se olvida, además, que lo que ahora se reclama para Galicia fue, en líneas generales, lo que el anterior presidente valenciano, el socialista Ximo Puig, había pergeñado para implantar en su autonomía -con un cuerpo específico de profesionales dedicados a ello- y que los servicios técnicos de emergencias y bomberos aconsejaron, desde un prisma absolutamente profesional, que no se pusiera en práctica, como así sucedió.
Lo escuchado en dependencias de MeteoGalicia poner de relieve, además y esto es acaso lo más relevante, la ausencia de un análisis riguroso sobre todas las circunstancias, pasadas, presentes y aún futuras, de cómo actuar en un fenómeno tan absolutamente extraordinario como el ocurrido. Sin embargo, los medios de comunicación han aportado durante todos estos días información seria, contrastada, rigurosa de geógrafos, arquitectos, bomberos, protección civil, catedráticos de derecho constitucional… Pero parece que también nuestros políticos, además de esparcirla a manos llenas, se quedaron en la basura de las redes, los bulos y ese “y tú más”, bucle del que es incapaz de salir nuestra clase política.
Por no extender el relato, dejémoslo en unos breves enunciados: No es bueno confundir aviso meteorológico con alerta de riesgo (algunos de los pueblos más devastados de Valencia no recibieron ni una sola gota de lluvia). La ley establece, con buen criterio, que las situaciones de alarma máxima (caso de las que atañen a más de una comunidad autónoma, como fue el caso) son responsabilidad del Gobierno central. Un Gobierno que, además, dispone de mecanismos y legitimidad suficientes para poner en disposición de alerta a Ejército, UME y cuantos más servicios de auxilio existan -del ámbito competencial que sean- ¿Lo pueden las autonomías? ¿Lo pudo Mazón?. Más que reclamar competencias, lo de Valencia debiera enseñarnos a que cuantas existen estén bien coordinadas en favor del beneficio común, en trabajo solidario e intercomunicado aprovechando todas las sinergias. ¿O queremos volver a la política de las leiriñas?. Más que reclamar competencias por no se sabe que prurito chulesco, las Comunidades Autónomas, Galicia incluida, harían bien en revisar los mapas de riesgo -el gallego redactado en su día sobre zonas de posible inundación es tan desorbitado en sus previsiones como imposible de gestionar desde una adecuada ordenación del territorio- y establecer las convenientes obras públicas con estanques artificiales o pantanos, tanques de mareas, calles drenantes… En suma, actualizar y adecuar al cambio climático los planes de ordenación municipal -como se hizo con acierto en Padrón o Caldas- y practicar una ecología más acorde con las enseñanzas que, desde los romanos, nos indican el mejor modo de prever y eliminar el riesgo de riadas.
Lo demás, visita incluida a MeteoGalicia, no pasan de pasatiempos hasta que un Prestige, un Casón o un puente en la A-6 vuelva a mostrarnos en público las vergüenzas de unos protocolos convertidos en papel mojado y unas políticas hechas para la galería.
Por cierto, ¿cuántos sentinazos descubrió en nuestras costas y sancionó la aeronave comprada al efecto? ¿Chi lo sa?
Alerta