
12 octubre, 2025
Miro Carballo Couñago
Pintor y Dibujante
En los años cuarenta llegó la industrialización del frío a nuestra ciudad. Frigoríficos, primero como fábrica de hielo y posteriormente fuente de conservación alimentación. El nuevo hallazgo de ingeniería abría infinidad de nuevas oportunidades a la sociedad.
Como muestra de innovación prospera, todos los nuevos inventos tienen un lado bueno y otro malo. El bueno, es obvio, ha sido que desde entonces hemos podido conservar los alimentos con todas sus virtudes gracias al frío industrial, gran beneficio social. Ahora bien, esto supuso que gracias a la consecución de la manipulación del frío se haya aprovechado para que, una vez más, el puñetero capitalismo aprovechara la situación. Si conservamos los alimentos podremos atender a las necesidades de consumo.
Según datos oficiales se consumen ciento sesenta millones de toneladas de pescado congelado. Por añadido el negocio de los frigoríficos industriales es consecuente con la situación.
Acabamos de vivir la última feria Conxemar con unas cifras espectaculares en cuanto a negocio, récord de expositores y visitantes. Ochocientos cincuenta millones de euros, seis mil quinientos empleos en una semana de los cuales doscientos treinta y cinco de la ciudad de Vigo. A esto hay que sumar hoteles, restaurantes, taxis, consumos y ocio (legal e ilegal) pero es otro tema. Viendo estas cifras disfrutamos de un éxito del sector. Pero nada se ha dicho una de las consecuencias nefastas del mismo. De los ciento ochenta millones de kilos que se capturan al día, solo del Pacífico son doscientas cincuenta mil toneladas, la mayoría no van directamente al consumo sino al comercio frigorífico. Estamos esquilmando el mar y nadie hace nada por detener una fuente de alimentación histórica, condenada a desaparecer por culpa del ansia de enriquecimiento del puñetero capital, sin respetar el equilibrio biológico que de duradero se transforma en efímero, sin contar con los daños laterales del sistema de vida, otros seres vivos incluida la fauna.
Vivimos en una ciudad eminentemente marinera, podemos acercarnos al Berbés, lonja del pescado europea por excelencia y pregunten qué está pasando con la pesca, confirmarán que estamos exterminando todas las especies por culpa del escarnio sin medida ni control, y si existe alguna hipócrita regulación hay muchas formas de incumplirla. Convenios, banderas, piratería etc. Los volúmenes de captura van decreciendo de forma alarmante. Verdaderamente preocupante.
Deberíamos aprovechar este tipo de eventos para afrontar el daño tratando de enmendarlo, por nuestro bien presente y futuro. No me refiero a las socorridas manifestaciones de protesta ecológica, pero sí a un estudio serio de limitación de cantidades y especies de captura reales para el mantenimiento vital de lo único que disponemos, de dónde venimos y a donde nos vamos; La Naturaleza. A quienes piensan que el mar es un productor infinito les señalo que revisen cifras. No es cuestión política, es cuestión de sentido común. Estamos excediendo la captura de los recursos naturales y en el mar donde más. Una vez más vemos para otro lado. Dinero, necesario y maldito.
El final de la feria trajo una buena noticia que debemos celebrar. Felicitación y enhorabuena al Banco de Alimentos, queridos amigos que han conseguido salvar tres toneladas de alimentos de la exposición que estaban condenados a no ser el objetivo para lo que fueron pescados: alimento para seres humanos. Seamos consecuentes; Con la comida no se juega.
Alerta